La Leyenda del Callejón del Muerto en Guanajuato
En Guanajuato, ciudad llena de túneles y callejones empedrados, existe una tradición oral que se revive cada Día de Muertos: la del Callejón del Muerto. Entre faroles antiguos y casas de cantera, se cuenta que hay un pasadizo donde las almas deambulan en la noche del 2 de noviembre.
Los pobladores aseguran que el callejón, angosto y sombrío, cambia de apariencia durante esa fecha. Sus paredes parecen alargarse y el eco de las pisadas nunca corresponde al número de pasos que uno da. Quienes se aventuran a cruzarlo a medianoche, sienten un aire helado y escuchan murmullos que susurran oraciones en náhuatl y español antiguo.
El hombre sin rostro
La leyenda dice que hace más de dos siglos, un minero fue asesinado en ese mismo callejón, víctima de una emboscada. Su cuerpo nunca recibió sepultura adecuada, y desde entonces su espíritu quedó atrapado allí. Cada Día de Muertos, aparece como una sombra alta, vestida con ropa de minero, pero sin rostro.
Los testigos cuentan que si lo miras fijamente, su silueta se disuelve entre neblina y el aroma de copal, pero escuchas claramente su voz repitiendo: “denme descanso”. Algunos creen que busca a alguien que lo recuerde con una ofrenda, pues su nombre jamás quedó registrado.
Advertencia de los ancianos
Los viejos del lugar aconsejan nunca recorrer el Callejón del Muerto solo en la madrugada del Día de Muertos. Afirman que, si el espíritu logra tocarte el hombro, quedarás marcado con su condena: vivirás toda tu vida con el eco de pasos detrás de ti, aunque camines en soledad.
Por eso, muchos vecinos colocan velas y flores de cempasúchil en la entrada del callejón cada 2 de noviembre, como un tributo para que el alma del minero encuentre paz, y para que quienes visitan la ciudad sepan que las calles de Guanajuato no son solo historia y belleza, sino también puertas al más allá.

